Historia y Patrimonio

Los testimonios más antiguos de asentamientos humanos en Huesca, pertenecientes al Neolítico, tienen 6.000 años de antigüedad. A partir de tan lejano pasado, la ciudad conserva, en sus museos y calles, restos arqueológicos y monumentos de las sucesivas etapas históricas (neolítico, edades del bronce y hierro, épocas prerromana, romana, visigoda e islámica y edades media, moderna y contemporánea).

A continuación se presentan las principales características de la historia de Huesca. Se puede acceder, asimismo, a una amplia Cronología General, desde los orígenes de la ciudad hasta la actualidad, y a apartados específicos sobre el Escudo y la Bandera de Huesca, el Palacio Municipal y el Archivo Municipal.

 

Características principales

Las seis características que, posiblemente, sintetizan la trayectoria histórica de Huesca son las siguientes:

Una continua sucesión de lenguas y religiones

En nuestro suelo se han hablado, una tras otra, una lengua no indoeuropea (ya fuera ibérica o eusquérica), latín, árabe, aragonés y castellano (a partir del siglo XV). El nombre de la ciudad, de forma paralela, ha sido Bolskan, Osca, Wasqa y Huesca. Las religiones practicadas fueron, a lo largo del tiempo, los cultos prerromanos, el panteón romano, cristianismo, judaísmo e islam.

Somos romanos

Nos llamamos oscenses por el nombre de la ciudad romana de Osca, en el escudo de Huesca figura el reverso de las monedas que Osca acuñó con los emperadores Augusto, Tiberio y Calígula, el patrón de la ciudad es san Lorenzo, muerto durante la persecución del emperador Valeriano, y hablamos una lengua hija del latín.

En época romana, el periodo más importante para Huesca son los siglos I antes de Cristo y I después de Cristo, con la estancia y muerte de Quinto Sertorio en la ciudad, la acuñación de monedas de plata y bronce con los nombres Bolskan y Osca, el apoyo a Julio César en la batalla de Lérida y la creación del municipio romano, con el título Urbs Victrix Osca (Huesca, Ciudad Victoriosa).

La ciudad más septentrional de Al Andalus

Durante los cuatro siglos del periodo musulmán en la ciudad (VIII a XI), el islam llegó a ser, por conversión progresiva de su antigua población cristiana, la religión mayoritaria, y el árabe la lengua común.

Wasqa fue, durante mucho tiempo, la ciudad más al norte de todo Al Andalus, pues la frontera con los cristianos se encontraba a pocos kilómetros, en las Sierras Exteriores. Convertida en ciudad de frontera, Wasqa construyó en el siglo IX una nueva y poderosa muralla, que constituye el principal testimonio de su pasado islámico.

Ciudad de los reyes de Aragón

Tras la conquista de Wasqa en 1096 por el rey Pedro I de Aragón, la ciudad mantuvo durante el siglo XII relaciones muy estrechas con los monarcas aragoneses. En Huesca se enterraron dos reyes (Alfonso I el Batallador en el castillo de Montearagón y Ramiro II el Monje en el monasterio de San Pedro el Viejo). En Huesca nacieron tres reyes (la reina Petronila; su hijo Alfonso II, primer monarca de la Corona de Aragón; y el hijo de este, Pedro II). Ramiro II el Monje es, además, el protagonista de la más conocida leyenda oscense, la Campana de Huesca. Alfonso II, por último, construyó un gran palacio real, del que se conservan varias estancias.

El último gran hito de la vinculación de la ciudad con los reyes de Aragón son las Cortes de Huesca de 1247, celebradas por Jaime I el Conquistador. De estas Cortes salió la primera compilación oficial de fueros de Aragón, base de todo el derecho aragonés posterior.

La ciudad de los santos

Huesca ha estado unida desde tiempos medievales a tres mártires universales, venerados en el conjunto de la Cristiandad: san Lorenzo y San Vicente, que son sus patrones, de los que tradiciones existentes ya en el siglo XIII afirmaban que habían nacido en Huesca; y San Jorge, protagonista de una singular leyenda del siglo XIV relacionada con la conquista de la ciudad a los musulmanes.

Otros cultos y devociones notables completan el santoral oscense: los niños mártires Justo y Pastor, cuyos cuerpos, según la tradición, se veneran desde 1499 en San Pedro el Viejo; las hermanas mozárabes Nunilo y Alodia, decapitadas en la Wasqa islámica a mediados del siglo IX; la ermita de la Virgen de Salas, que es el santuario mariano con más cantigas dedicadas en las célebres Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio; y el Santo Cristo de los Milagros, cuyo sudor terminó con una peste en 1497.

Universidad y cultura

La Universidad de Huesca, fundada en 1354, fue la primera Universidad de Aragón y una de las más antiguas de España. Durante cinco siglos, hasta su cierre en 1845, la vida universitaria constituyó uno de los rasgos principales de la ciudad. La Universidad contaba con cinco Facultades (Teología, Derecho Civil, Derecho Canónico, Medicina y Artes) y varios Colegios, entre los que destacaban los de Santiago y San Vicente. La Universidad fue asimismo la que trajo la imprenta a Huesca, en 1575.

Grandes figuras oscenses de la cultura han sido, entre otros, Vincencio Juan de Lastanosa (1607-1681), coleccionista y mecenas de Baltasar Gracián; Francisco de Artiga (1645-1711), autor de los proyectos del pantano de Arguis y el edificio octogonal de la Universidad; Valentín Carderera (1796-1880), artista, coleccionista e historiador del arte; y Lucas Mallada (1841-1921), geólogo, paleontólogo y autor regeneracionista. En Huesca se conservan, igualmente, obras de artistas muy destacados, desde el escultor valenciano Damián Forment en el siglo XVI al oscense Ramón Acín en el XX. En la actualidad, una vida cultural muy activa sigue siendo una de las características definitorias de la ciudad.
 

Cronología General

Los 6.000 años de historia de Huesca se han dividido en cinco periodos, cada uno con información sintética sobre sus hitos más importantes:

  • Orígenes. Neolítico y Edades del Bronce y Hierro
  • Edad Antigua. Bolskan y Osca. Siete siglos de presencia romana
  • Edad Media. Wasqa islámica y Huesca aragonesa. La doble ruptura
  • Edad Moderna. Universidad e imprenta
  • Edad Contemporánea. El camino al futuro

 

Texto: Carlos Garcés Manau. Historiador

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