Fuente de las Musas o Fuente de las Ninfas

Autor: Jean-Baptiste Jules Klagmann

Localización: Plaza Navarra, Huesca, España

Emplazamiento: Zona central de la Plaza de Navarra, también conocida como Plaza de Zaragoza, delante del edificio del Círculo Oscense.

Colaboradores: Fundición Antoine Durenne (realización material de la fuente de fundición); Federico Villasante (diseño de la taza y zócalo de la fuente, elaboración de la condiciones facultativas para la construcción

Materiales: Hierro fundido (fuente monumental), pintura (recubrimiento protector de la fuente), piedra (taza y zócalo de la fuente).

Dimensiones (altura/anchura/profundidad): Taza de la fuente: 0’93 x 7’80 x 7’80 m. Zócalo de la fuente: 1 x 2’37 x 2’37 m. Fuente de fundición: 4’068 x 2’430 x 2’430 m.

Cronología: 1862 (presentación pública del prototipo del que partió la futura Fuente de las Musas de Huesca en la Exposición Internacional de Londres de 1862); 1884 o principios de 1885 (adquisición para Huesca, por parte de Enrique Blondeau, de una fuente del modelo “U” de la Fundición Antoine Durenne); 6 de junio de 1885 (diseño de la taza y del zócalo polilobulado de la fuente); finales de junio-mediados de septiembre de 1885 (obras de construcción de la taza y el pedestal); agosto de 1885 (obras de fontanería, montaje e instalación de la fuente de fundición); mediados de septiembre-finales de octubre de 1885 (subsanación de ciertos deficiencias); 28 de octubre de 1885 (finalización oficial de las obras de la Fuente de las Musas); 10 de noviembre de 1885 (recepción de la Fuente de las Musas por parte del Ayuntamiento de Huesca).

Promotor: Concesionario de la traída de aguas del Manantial de San Julián de Banzo y Ayuntamiento de Huesca.

Propietario: Ayuntamiento de Huesca

Inscripciones: En cuatro recuadros situados en el basamento de hierro fundido del fuste de la fuente, justo debajo de las cuatro grandes volutas que separan las caras de la parte baja de dicho fuste de la fuente: A. DURENNE / SOMMEVOIRE.

Crónica: El 20 de marzo de 1881 Isidro Plou propuso al Ayuntamiento de Huesca acometer, mediante concesión, una traída de aguas potables desde el Manantial de San Julián de Banzo. El Ayuntamiento aceptó la propuesta, de tal manera que la concesión se le otorgó el 17 de septiembre de 1882, aunque Plou la traspasó el 28 de febrero de 1883 al banquero Rigoberto Albors, que se asoció con el empresario Enrique Blondeau. Tanto la propuesta inicial como el contrato de concesión incluían una cláusula por la cual el concesionario tenía la obligación de sufragar una fuente monumental cuyo coste no excediera de 5.000 pesetas. Las obras de la traída de aguas se acometieron entre 1883 y 1887, pero ya a principios de 1885 el Ayuntamiento consideró necesario instalar la fuente monumental, que decidió ubicar en la Plaza de Zaragoza. Había sido comprada por Enrique Blondeau, que llevaba el peso del proyecto, a una de las más prestigiosas e internacionales fundiciones artísticas francesas, la de Antoine Durenne, radicada en Sommevoire, en el departamento del Alto Marne, y correspondía al modelo completo de fuente “U” de dicha firma. Blondeau, que era de origen francés, la había adquirido mediante catálogo por 6.500 pesetas, probablemente a través de algún distribuidor de la marca Durenne en Barcelona, ciudad donde residía y en la que por aquel entonces existían ya varias piezas de la firma francesa. Como estaba obligado únicamente a sufragar hasta 5.000 pesetas, el Ayuntamiento acabó reembolsándole el resto. Para poder instalar la fuente, el Ayuntamiento encargó al arquitecto municipal, Federico Villasante, que elaborara la documentación de las obras complementarias necesarias. Así, el 6 de junio de 1885 rubricó los planos del pilón o taza y del zócalo, y el 8 de junio ya tenía ultimado el presupuesto general, que fijó en 3.900 pesetas, mientras que las condiciones facultativas que debían regir las obras “de fábrica” las rubricó el 11 de junio. Dichas obras, por las que el contratista recibiría 2.400 pesetas, incluían las cimentaciones, la galería de registro, la labra y colocación de las piezas de sillería que delimitarían el pilón, el embaldosado de dicho pilón y la creación del zócalo. También el 11 de junio, Villasante rubricó las condiciones que debían regir las obras de la parte “metálica”, que incluían: las labores de fontanería, el traslado de la fuente desde la cárcel, lugar donde estaba almacenada, su montaje y colocación, y el repinte de posibles raspaduras imitando “el tono de bronce oxidado” que presentaba de serie. Por estas obras el contratista recibiría 1.500 pesetas. El 23 de junio de 1885, con la vista puesta en poder inaugurar la fuente monumental durante las Fiestas de San Lorenzo, el Ayuntamiento pidió permiso al Gobernador Civil para saltarse el trámite de la subasta de las obras. Tras conseguirlo, adjudicó las “de fábrica” a Pascual Beret y las de “metal” al propio Blondeau. Muy pronto, el 16 de julio, Beret manifestó al Ayuntamiento la imposibilidad de terminar las obras para el 10 de agosto por una grave contratiempo ligado al transporte de los sillares desde las canteras de Bandaliés, por lo que pidió una prórroga que le fue concedida. Las concluyó el 15 de septiembre. Por su parte, Blondeau, que se tuvo que adaptar al nuevo plazo, concluyó las labores de fontanería y montaje quince días antes, el 31 de agosto de 1885. Federico Villasante revisó la fuente el propio 15 de septiembre, mandando subsanar ciertas deficiencias a ambos contratistas. Por ello, el arquitecto municipal no dio por terminadas las obras hasta el 28 de octubre. Finalmente, el 10 de noviembre de 1885 el Ayuntamiento dio por recibida la fuente, que entró oficialmente en servicio.

Comentario: La Fuente de las Musas tiene su origen en un prototipo de fuente que la Fundición Durenne presentó en primicia en la Exposición Internacional de Londres de 1862 realizado a partir de un modelo del destacado escultor y decorador francés Jean-Baptiste Jules Klagmann (1810-1867), muy activo durante la época de Napoleón III. Dicho prototipo, que gustó mucho, fue adquirido por Daniel Ross, quien lo donó a la ciudad de Edimburgo, siendo la que se conoce como Fuente Ross. En vista del éxito, Durenne decidió introducir el prototipo en su catálogo de fuentes y producirlo en serie añadiéndole una taza y cuatro esculturas de hipocampos montados por amazonas (modelo “X”), pero no sólo eso, sino que, con el fin de llegar a más clientes, decidió elaborar otras dos variantes del mismo. Por un lado creó una versión idéntica pero de menores dimensiones (modelo “Z”), de la que existe un ejemplar en la ciudad brasileña de Pelotas instalado en 1873, y por otro una versión también de menores dimensiones y además simplificada, a la que corresponde precisamente la Fuente de las Musas de Huesca (modelo “U”) y de la que existía otro ejemplar, hoy desaparecido, en Porto Alegre (Brasil), instalado en 1866. Las diferencias principales de la fuente oscense con respecto a la versión industrializada del prototipo son: el menor tamaño; la eliminación de la taza de fundición con hipocampos; la sustitución del coronamiento superior, formado por una figura femenina semidesnuda con una cornucopia, por un simple plato rematado por un surtidor; y la estilización de las proporciones generales de la fuente. Por lo demás, las distintas esculturas y elementos decorativos son los mismos que elaboró Klagmann para el prototipo presentado en 1862, aunque a tamaño menor. La Fuente de las Musas conserva todavía su taza original y su zócalo. De él arranca la fuente de fundición, que es una pieza ecléctica de gran calidad de tintes renacentistas, manieristas y barrocos, típica de la estética del II Imperio francés. Se estructura a través de un grueso fuste que arranca de un pequeño basamento escalonado polilobulado y que presenta cuatro caras separadas por grandes volutas, cada una ocupada por una gran concha o venera flanqueada por sendas nereidas o ninfas del mar de tratamiento estético idealizado, que se disponen sentadas sobre ella y afrontadas entre sí manteniendo una estricta simetría. Portan un cántaro que vierte un chorro de agua sobre la venera, que a su vez rebosa sobre la taza. En la parte alta de las cuatro caras, justo en el eje de las veneras, existen mascarones de león dotados de surtidor que quedan rematados por ménsulas que sustentan visualmente el gran plato situado encima, que está compuesto en realidad por cuatro semiplatos que recogen el agua que rebosa del plato superior. Cada semiplato presenta en su perímetro cinco mascarones humanos de pelo ensortijado con surtidor en su boca, que sirven para desaguar dichos semiplatos. Por encima de los semiplatos el fuste de la fuente se estrecha, lo que sirve para estilizarla, aunque sigue presentando cuatro caras, ocupadas por cuatro pequeños receptáculos semicirculares sostenidos por graciosos tritones de aspecto infantil dispuestos a modo de atlantes. Entre ellos, marcando la separación entre las caras, existen cuatro delfines heráldicos que cumplen la función de volutas y que expulsan agua por la boca. Justo encima se disponen las cuatro esculturas más destacadas de la fuente: cuatro refinadas e idealizadas figuras femeninas alegóricas, identificadas popularmente con musas aunque no lo son estrictamente, ataviadas a la manera clásica, con vaporosas túnicas de exquisitos y abundantes pliegues, que aparecen sentadas de manera grandilocuente sobre una tornapunta, con una rodilla levantada y la otra pierna estirada, formando dos parejas cuyas posturas se compensan estrictamente generando una simetría casi perfecta. Una de las parejas esta compuesta por la alegoría de la poesía, que porta una lira, y por la de la industria, que sujeta una prensa de vino en miniatura y un martillo. La otra pareja la forman la alegoría de la ciencia, que porta una esfera armilar, y la de la pintura, que lleva una paleta de pintor. Entre las cuatro figuras alegóricas se desarrolla el fuste de la fuente, que toma la forma de pseudocolumna y que presenta cuatro mascarones de león con surtidor que coinciden con el espacio vacío entre las figuras. El capitel de dicha pseudocolumna sirve de base al decorativo plato superior, que recoge y hace rebosar el agua del surtidor que remata la fuente y que culmina en una piña que constituye el punto más alto de la misma.

Bibliografía: ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS DE LA UNIVERSIDAD DE LA EXPERIENCIA, “Historia de la Plaza de Navarra de Huesca”, en Diario del Altoaragón, 22 de octubre de 2006, p. 14. CALVO SALILLAS, M. J., Arte y sociedad: actuaciones urbanísticas en Huesca, 1833-1936, Huesca, Ayuntamiento de Huesca, 1990, p. 99. GARCÉS MANAU, C., “La fuente de las Musas y La Moreneta de Huesca, en Edimburgo y Málaga”, en Diario del Altoaragón, 7 de agosto de 2011, p. 11. REMESAR, A., DE LECEA, I., GRANDAS, C., “La Fuente de las Tres Gracias en Barcelona”, On the w@terfront, nº 5, marzo 2004, pp. 19-35. ROSENBERGER, G., “Antoine-Marie-Aubin Durenne (1822-1895) et la fonte d’art au XIXe siècle”, Revue Centraliens, nº 608, febrero de 2011, pp. 58-61. SILVA XAVIER, J., “Chafarizes e caixa d’água de pelotas. Fontes de vida e belleza”, Seminário de História da Arte, 2007, s. p. VERA, E., “Relíquias em ferro fundido”, en Zero Hora, (Porto Alegre), 2 de enero de 2010, pp. 4-5. www.e-monumen.net. www.fontesdart.org. www.fontesdart-sommevoire.org.

Ficha: Javier Martínez Molina

Biografía del autor: Jean-Baptiste Jules Klagmann (París, 1810 – París, 1867) fue un destacado escultor y decorador francés activo durante el reinado de Luis Felipe de Orleans (1830-1848), la época de la II República francesa (1848-1852) y el II Imperio (1852-1870). Se formó en la École des Beaux-Arts de París dentro de la corriente neoclásica tardía y las nuevas tendencias neorrenacentistas. En sus primeros años como escultor trabajó en obras de carácter eminentemente decorativo. Sin embargo, pronto acometió también encargos de mayor envergadura, como la escultura de Santa Clotilde para el jardín del Palacio de Luxemburgo de París o las cuatro figuras alegóricas de los cuatro principales ríos de Francia de la Fuente de la plaza Louvois de París. No obstante, la etapa más brillante y fecunda de su carrera coincidió con la II República francesa y sobre todo con la época de Napoleón III (II Imperio), durante la cual participó en la decoración monumental de algunos de los principales edificios del nuevo París del barón Haussmann. En este periodo comenzó también a colaborar con la fundición de Antoine Durenne creando modelos escultóricos para ser producidos en serie, siendo precisamente una de sus obras más famosas la conocida como Fuente Ross de Edimburgo, que fue presentada como prototipo en la Exposición Internacional de Londres de 1862. Ante su éxito, Durenne decidió introducir el prototipo en su catálogo de fuentes y producirlo en serie con distintas variantes, lo que hizo que se difundiera por Europa y América, llegando a ciudades como Huesca, que hoy se enorgullece de poseer una de las versiones de esta obra de Klagmann, la Fuente de las Musas o de las Ninfas.

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